Pino Viejo (1)

 
Serpenteantes balastros se abren paso desde las rutas y ondulantes, van al encuentro de los verdes incontables en los cerros y valles.
A los pies del cerro, se sumergen arenas y rocas y las cañadas piden permíso al asfalto para llegar a besarse con el río.
La playa hermosa, como la llaman, de extensa dimensión invita al disfrute del sol y el agua espumosa.
La 25 metros, se pasea de lado por el cerro "de la virgen" que algunos también llaman "de los burros" y revienta el caserío nuevo del balneario, como revienta en aguas puras y cristalinas desde las entrañas de la tierra, el cerro. Permanente manantial de vida que agradecen y saborean los lugareños y vacacionantes.
Las acacias, aromos, pinos diversos, colados eucaliptus, van recortando horizontes, como también lo hacen el cercano cerro "Pan de Azúcar" y las "Sierras de las Ánimas".
La piedra muda cimenta estos parajes de tranquila siesta, de vuelo atento de halcones pequeños y buitres oscuros.
Las chacras cultivadas prolijas, se dibujan geométricamente.
El gallo tardío canta al mediodía de sol implacable y la brisa trae aromas de flores silvestres que todavía crecen sin pedir permiso.
La noche no es menos bella aquí en los cerros, hay una incontable infinidad de estrellas y como un tajo naranja la luna pasa a recostarse en el río por el oeste.
La paz, la comunión del hombre y la naturaleza se manifiesta y somos testigos, desde la falda noreste del "Cerro de los Burros", aquì en "Pino Viejo".
 
16 de marzo 2003
Fredy Wilson Acosta Techera
 
(1) Pino marìtimo ya color ceniza plateado, abarrotado de piñas, que nos brindó sombra y abrigo en el fuego. Su presencia nos marcó el lugar, el destino.
Un fuerte viento de julio hizo que no fuera posible que se mantuviera en pie.

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