Es el atardecer y paulatinamente la noche le va ganado.
El barrio está sereno, calmo, como dejando escuchar la brisa suave, que intenta decir algo.
El sol ya oculto hace resplandecer el horizonte haciendo ver un juego de colores. Pero, más arriba, el cielo celeste sin nubes, solamente es interrumpido por algo, que es creación de lo inteligente, un "avión a chorro", cruza el espacio. El aparato y la estela que va dejando no son de color blanco, si no rosado, es por el reflejo del sol.
El pequeño pájaro desaparece como tantos otros.
Ya ha entrado más la noche, el celeste tira a azul oscuro y podemos ver Venus, entre el sin fin de estrellas.
Por el este, la luna, gigantesca y con luz prestada, se ha ido asomando sobre la gran loma y los techos del caserío del barrio, que sigue sereno. Algún ser humano que va o viene, el ruido de un coche, a veces interrumpe.
Las luna que había sido anaranjada, ya tira a un blanco reluciente, está más alta, ya tenemos una noche clara.
El satélite natural, parece salirse de ese cuadro por su nitidez.
La brisa sopla un poco más fuerte, pero sin dañar. Hay que escucharla, no se entiende muy bien, tal vez nos diga que, por un momento ha ganado la noche, pero pronto, con igual belleza, el sol y la etapa de luz del día, le volverán a ganar a la noche, al silencio.
Será el calor del sol, el que nos intente decir algo...
1978
Publicado en libro "Dos épocas" (J. Pablo Luna y Fredy Wilson), febrero de 1982, Editorial Atlas (Dpósito Legal 7138) Melo, Cerro Largo, Uruguay.