Hay olores que se te cuelan en el alma
desde los primeros tiempos
capaces de erizarte la piel ya gastada
con tan solo recordarlos.
La brisa traía a bocanadas
olor a tierra mojada por la lluvia mansa
y a pastos recién cortados
de los campos y chacras.
Inundaban las calles del barrio
en aquellos hermosos días de juego
aromas a tortas fritas
y a panes recién horneados.
Bajaba de las olerías cercanas
olores al barro quemado
y en primavera fragancias
de jardines floridos, de paraísos y plátanos.
Recuerdo el tufo a cuero encebado
de la primera pelota de fútbol
y el hedor a mandarinas compartidas
después del "picado".
Por siempre irán impregnados
los vapores de las salas de parto
el perfume del primer amor
y la esencia del último...
como grabado!!
27 de agosto de 2017