I
Como la copa de cristal,
que muestra de su interior
el dulce vino,
llegaste ofreciendo sabroso y exquisito,
tu interior al mío.
II
Como reflejan los cristales
las luces,
en todos los sentidos,
tus ojos miel centelleantes,
atraparon a los míos.
III
Como la boca del vaso,
de la copa,
que invita a posar los labios
a saber del néctar compartido,
tu boca invitó a mi boca a saber nuestro camino.
IV
Tu cuerpo frágil
y fino,
¡tan suave cristal!
se posó en mis manos,
pidiéndome empeño en tenerlo protegido.
V
Que lo nacido sea fuerte y sea querido
y no como del cristal,
se resquebraje,
¡al caer una vez al piso!
(a Cristina, 23/4/90)