“Aquello del número 13”
(Una historia real de liceales)
1era parte
Nos aprestábamos a recorrer la centena de kilómetros que nos separa de la vecina ciudad de Treinta y Tres.
Atràs, ya había quedado la trabajosa primera parte de esta historia. La eliminatoria local y luego la departamental, del torneo nacional estudiantil de fútbol del año 1977, que nucleaba a todos los centros del país, liceos secundarios públicos y privados y militares, las UTU, las Escuelas Agrarias.
Atràs, aquel último partido tremendo contra la UTU de la ciudad de Fraile Muerto en el Estadio Arquitecto Ubilla, en que se destrabò a favor nuestro, con un zapatazo desde la entrada del área de Arturo Mora, que colò la pelota en el àngulo izquierdo del arco que da a los galpones de la intendencia municipal.
Ese gol empezaba a darnos el pasaje a la eliminatoria interdepartamental y hacia allá ìbamos, a defender los colores de Cerro Largo, con los queridos compañeros del Liceo 1 de Melo y a las órdenes del Profe y DT Wilson Abude, del delegado Profesor Nelcino Mederos y el asistente, equipier, kinesiólogo, hombre orquesta digamos, Julio Bàez.
Tambièn viajaban junto a nosotros las compañeras de la selección de Voleibol y los compañeros de la selección de Bàsketbol del liceo, que también habían clasificado y se eliminarìan en la zona este.
Treinta y Tres era local en esta eliminatoria ya que la ciudad era punto central equidistante del trìo de departamentos que se confrontarìan, Rocha interior representado por estudiantes de la ciudad de Castillos, lo completaba. Pues, Rocha capital sería sede de las finales nacionales, ya estaban clasificados y los representaba el liceo público local.
La UTU de Cerro Chato se había quedado con la plaza del departamento locatario.
Y aquí, realmente comienza la historia que quiero contarles. Y ustedes opinaràn luego si esto que siempre se piensa o se dice, acerca del número trece, es o no es o ¿què es?
Al llegar, nos enteramos que no jugaríamos todos contra todos en fútbol, porque no daba el tiempo de hacerlo en un dìa. Se sortearìa y habrìa un departamento que esperarìa para jugar en la tarde la final, contra quien ganara una semifinal en la mañana. La fortuna quiso en el sorteo que nosotros esperàramos a la tarde para jugar un solo partido, la final. Mientras Treinta y Tres y Rocha se verìan los dientes ya en la mañana.
Este detalle hizo que pudiéramos estar alentando desde la tribuna en un gimnasio céntrico, a los compañeros del Básketbol en sus partidos clasificatorios mañaneros. Mientras, nuestro DT iba a mirar un rato a nuestros posibles rivales. Tan entusiasmados estábamos en esto, que se nos vino encima la hora y tuvimos que comer apurados y nuestro DT decidió que para ganar tiempo nos cambiáramos en el ómnibus, asì llegábamos a la cancha, no era el Empleados de Comercio, era el viejo Parque Colòn, de históricas batallas entre Cerro Largo y Treinta y Tres, decía, llegábamos con margen de tiempo para la charla técnica y la entrada en calor. Aunque la charla técnica la comenzó en el ómnibus mientras nos trasladamos.
Sabida es la numeración clásica de los jugadores en el fútbol, del uno al once los titulares y del 12 al 16 los suplentes. Aunque por los años setenta aquello había empezado a no respetarse tanto, sobre todo en los equipos europeos. Y a mì me seguía rondando el número del goleador alemán y campeón del mundo de esos tiempos, que yo admiraba entre otros grandes jugadores, Gerd “Tanque” Muller.
Por eso, vistiéndonos en el ómnibus frente a la plaza principal de Treinta y Tres, me sale del fondo del alma -Wilson, no me das la número 13? Julio Bàez que iba repartiéndolas como era lo habitual, lo mirò al DT a ver que hacìa`.
Wilson me dice, - Ese número no tendría ni que estar en el equipo, por què lo querès? Me pregunta - Si siempre jugaste con el 11!! afirma…-Porque me gusta ese número …le contesto y a su vez varios compañeros le dijeron, apoyándome, -Dale, dale ese número si a èl gusta, què puede cambiar? Se sucedieron por un momento los que no, que sì y fue sì. Yo feliz.
Llegamos a la cancha, de muros bajos, que no contenían el viento helado de ese dìa de invierno de agosto, que ni cinco entradas en calor juntas nos haría entrar en calor, varios nos decíamos por qué no pertenecíamos al Básquetbol o Voleibol que jugaban en gimnasio cerrado.
Cerro Chato había ganado en la mañana y fue nuestro rival, nuestra ventaja era que algo cansados vendrían esos muchachos. Pero entre el clima hostil, el buen equipo que era el rival y tengo que decirlo, lo espantoso que jugamos ese dìa, porque fue el peor partido que jugamos, era como que nos habíamos olvidado para què estábamos ahì, ¿vieron?, de esos días…
Ni el aliento de las compañeras del Voleibol con su profe Yein Martins (que tenìan su eliminatoria en la tardecita noche), y habían venido a alentar y a pasar frìo con nosotros, nos estaba ayudando a despertarnos.
Aún asì, en los primeros minutos de juego me queda una pelota boyando frente al arco casi al borde del área chica y la empuje hasta la red para abrir el tanteador, no sabíamos cómo, pero ya estábamos uno a cero. A la pasada del festejo le dijimos a Wilson, que había sucedido eso por el número que ahora llevaba, ja ja.
Entonces…zás!...promediando el primer tiempo, penal, sí, penal clarísimo, a favor de ellos, claro, tremendo!
Ahí comenzó a despertar un gigante, Eduardo Santos nuestro golero, que se quedó en sus manos con la pelota en el penal y corrió unos pasos con ella mirando lo que sucedìa allá adelante, por donde andábamos nosotros y ve otro atento, despierto en ese instante, era nuestro puntero derecho, el 7, el Pollito Fernando Baptista, todavía no era el Pollo, tenía 15 años ahì, Eduardo sacó una volea impresionante desde el área y lo puso a correr y este con gran calidad la mandó a guardar en el arco rival y festejábamos todos enloquecidos. De estar por empatarse el partido uno a uno, en un instante, ganábamos nosotros dos a cero y así se fue el primer tiempo.
En el segundo tiempo tras una falta que me cometen afuera del área, por el sector izquierdo, zona ideal para un derecho, el “Quique” Ruben Prieto, dueño de una pegada impresionante, se manda un golazo de tiro libre y pone el 3 a 0, tanteador que a la postre nos puso en las finales nacionales en la ciudad de Rocha, en los días de vacaciones de primavera del mes de septiembre.
Algunos empezaron a insinuar que el nùmero 13, en cancha, no era tan yeta, luego de haber jugado tan flojo partido y ganar igual por esa diferencia.
Felices de haber clasificado, nos fuimos rápidamente, eufóricos, sin bañarnos, sucios, a devolverle la gentileza a las compañeras del Voleibol que comenzaban su eliminatoria en el gimnasio.
El dìa 19 de septiembre esperábamos en el liceo 1, con nuestros equipajes, acompañados por familiares y amigos que fueron a despedirnos, esperábamos a que arribara el ómnibus de la compañìa ONDA, la del galgo, que venìa desde la ciudad de Artigas y nos recogerìa. Viajarìamos juntos a los estudiantes de Artigas, uno de los clasificados del litoral.
Mientras esto ocurría, el director del liceo, Ramiro Sayanes, aprovech+o a darnos la habitual charla acerca del comportamiento a tener, la imagen a dar y desearnos la mejor de las suertes.
La sorpresa al llegar el ómnibus la dio la directora del liceo de Artigas, que viajaba con ellos al torneo, diciendo que no se emprendía el viaje hasta después de haber ido a visitar y conocer la Catedral histórica de la ciudad de Melo. Que no solo de deporte vive el hombre y había que culturizar a la gurisada. Y asì fue, allí estacionó el ómnibus en la plaza Constitución frente a la Catedral y tengo que decirlo, fue cuando la conocí por dentro, porque la verdad nunca había entrado, hasta el día de hoy le agradezco a esa señora.
En el viaje hicimos buenas migas con los artiguenses, que a su vez venían requemados porque la directora viajara con ellos y los tuviera cortitos. Incluso vimos a varios rapados, literalmente sin pelos casi y nos comentaron que se pusieron de acuerdo cuando la señora les insistió mucho con lo del pelo corto. Era esa época que el pelo no podía tocar el cuello de la camisa en los varones, entonces, a tanta insistencia, se raparon.
En la tardecita arribamos a Rocha y al otro día, el 20 de septiembre, dìa de mi cumpleaños 17, era el primer partido. En la noche nos enteramos cómo eran las series y se repartían las ocho mejores selecciones del país.
Rocha, Durazno, Flores y nosotros era una serie y supimos que debutábamos contra Rocha, el local y a estadio lleno, en el Mario Sobrero, no podìamos ligar tan mal. Después nos enteraríamos de algo, que hasta el día de hoy no podemos corroborar si fue cierto. Recuerden que rochenses estuvieron en la eliminatoria del este y nos habían visto jugar espantoso…entonces que debutaran frente a nosotros parecía algo hasta digitado…en fin…
La otra serie la componían Rìo Negro, Artigas, Canelones y Montevideo representado por el Colegio La Mennais, que se había quedado con la enorme eliminatoria montevideana.
Se jugaría tres días seguidos el 20, 21 y 22, los partidos de serie, un dìa de descanso el 23, antes de las finales del dìa 24.
Fuimos hinchas de Artigas y ellos de nosotros al no cruzarnos en las series, fue muy linda esa amistad con ellos, recuerdo que nos ofrecían sus zapatos de fútbol para jugar, que la verdad eran mejores que algunos de los que teníamos nosotros. Sobre todo en el tercer partido definitorio de nuestra serie que se jugó con lluvias y campo embarrado, eso fue esencial, sus zapatos tenìan mejores tapones y varios de nosotros los aceptamos con gusto.
Un compañero nos menciona, al viajar con Artigas -Estos, serán los campeones…Claro, sabido es el potencial del fútbol artiguense y a esto se le sumaba que allí viajaban con nosotros varios campeones nacionales sub 20 y compañeros en esa selección de unos tales Ruben Paz, Venancio Ramos, Mario Saralegui, Manuel Anzorena, que ya se los había llevado Peñarol y además Paz, Ramos y Saralegui, prontos para ir al Mundial de Túnez tras ser campeones sudamericanos en Venezuela con la sub 20 ururguaya. Por todo esto el comentario de Darwin…pero en el fútbol …todo puede suceder…
Al arribar al lugar donde nos alojarían a todos, descubrimos que era el propio liceo de Rocha, donde habían instrumentado los salones con cuchetas para las diferentes delegaciones.
Cuando un delegado de la organización nos muestra el salòn asignado a Cerro Largo, uno de los compañeros llama la atención a todos señalando arriba del marco de la puerta de entrada, los salones siempre están numerados y ahí decía, salòn número 13. Nos reímos por lo que había sucedido en Treinta y Tres y nos dijimos… y bueno, ¡por algo será!
Al ver que las camas cuchetas también estaban numeradas, me quedé con la número 13.
En la mañana, previo al comienzo del torneo hubo una ofrenda floral al pròcer en la plaza principal de Rocha. Cada delegación debía enviar un representante del plantel y Wilson me pidió que a eso fuera yo, no era el capitán del equipo, que lo eran Daniel “Vasco” Zufirìa y Eduardo Santos, cumplì con ese mandato. Por supuesto con quien me arrimé a charlar en ese acto fue con el capitán de Artigas, a quien le pregunto el nombre y me dice, alargando la S de su nombre, Osssscar Aguirregaray, era uno de los campeones nacionales sub 20 y ustedes ya saben de su historia futbolera…
También compartía esa aventura liceal con la delegación de Artigas, un tal Luis Confalonieri, juntos en el mismo torneo y ómnibus de viaje. El destino quiso que un año y medio después, también estuviera en un mismo avión cruzando el Atlántico rumbo a Cannes junto al “Pollo” Baptista y a mí, con la celeste.
2da parte
Noche del 20 de septiembre, hermosa noche de fin de invierno y ya cercana primavera, dìa de mis 17 años en el Mario Sobrero de la ciudad de Rocha, repleto y debutando frente a Rocha. Seguìa el rumor de que eso era asì porque habìan visto en Treinta y Tres al fácil equipo de Cerro Largo.
La Difusora Rochense que transmitiò todo el torneo, en la voz inconfundible e inolvidable de Julio César Agûero, en conexión con la radio Cerro Largo y el gran Wilson Quepfer y también para todo el este del país, estaba en el campo de juego con su reportero Antonio Sànchez, entrevistando antes del comienzo del partido. Me tocó salir al aire, donde hice mención que era un dìa especial porque estaba cumpliendo años. Para mi sorpresa, desde la tribuna bajò el canto del que los cumpla feliz del pueblo rochense, se me puso la piel de gallina, fue un gesto precioso que nunca olvidé.
El partido fue otra cosa, no nos regalamos ninguna caricia de esas, fue un recontrasuperultra parejo partido, una batalla.
Tan batalla fue el partido, que a Darwin lo clavaron literalmente de cabeza en la alambrada perimetral de la cancha. Su cabeza quedó aprisionada entre dos hilos tensos del alambre, que no lo podían sacar. Eduardo corrió desde el arco, con tal bronca que agarrò del cuello al jugador que lo hizo, el àrbitro le dijo que lo soltara si no lo tenía que expulsar. Darwin pudo seguir en el juego un rato más pero no se sentía bien, estaba un tanto mareado. En el entretiempo empezó con el hielo sanador en la frente.
Por si fuera poco, otra vez, penal, clarísimo, para ellos por supuesto. Y también otra vez, ese pequeño que se transformaba en gigante cuando más lo necesitábamos, atajó esa pelota y pudimos mantener el 0 a 0 hasta el final, sorteando así el difícil debut. Todo Rocha y demás delegaciones presentes, empezaron a ver que no éramos un hueso tan fácil de roer.
Hubo un gesto hermoso de los directores técnicos de las demás delegaciones, yendo a felicitarnos, porque para ellos ese empate que logramos en tan difícil debut había sido un verdadero triunfo.
21 de septiembre, partido versus Durazno.
Wilson decide dejarnos en el banco de suplentes a Darwin, que con la inflamación que tenía en la frente parecía un extraterrestre, igual estaba enojado porque quería jugar y a mí, para que descansara por lo que había corrido en el partido anterior. Entraron Ruben “Quique” Prieto por mì y Pablo Pérez, que era lateral, de esos que hay que pasarlo tres veces, porque siempre están, por Darwin, a formar la defensa junto a Richard “Cusa” Acuña y Josè “Manso” Da Rosa, nuestros recios y aplicados centrales, de gran juego aéreo y que sabían también aquello de salir del fondo con la pelota bien jugada y con Jorge Kleiman, defensa lateral todo terreno. Esto hizo que Eddie Saravia fuera al mediocampo, era muy ágil, recuperador de pelotas y de buen juego, a batallar junto a Daniel “Vasco” Zufiría nuestro tractor y motor en el medio y Arturo Mora, un exquisito con gran visión de juego.
Otro partido duro, Durazno jugaba muy bien y promediando el primer tiempo, se pone uno a cero arriba. Los compañeros jugando bien y esforzándose por empatar, hasta que así se va el primer tiempo y así comienza el segundo.
El empate se hacía esquivo y nosotros mirábamos nerviosos de afuera haciendo el calentamiento, hasta que el DT, nos llama a Darwin y a mì para que ingresáramos al campo de juego.
Y por esas cosas del destino, en la primera pelota que toco, luego de una serie de rebotes en el área y que me queda ahí, como diciendo -Dale, golpéame bien…lo hice y empaté el partido y al ratito nomás nuestro número nueve Johny Caltieri, de gran olfato goleador, de esos que van a todas las pelotas y de gran técnica, con un hermoso cabezazo mete el segundo y dimos vuelta el partido, 2 a 1.
Debo recordar aquí, en este partido, la memorable jugada de Jorge Kleiman, promediando el segundo tiempo, dejando por el camino jugadores por toda la banda derecha, hasta quedar en posición de definición, pero ya sin aliento y fuerzas, digamos que se la alcanzó al golero rival, porque casi no le pegò a la pelota, mas bien le erró, ya no la veìa, incluso ya no tenía oxìgeno, ni piernas para el regreso a su puesto, no respondía al grito desesperado de los compañeros de – ¡¡Volvé, volvé…!!, cosa que hizo entrar al ruedo a Juan Carlos “Negro“ Nervenis a sustituirlo, jugador fuerte en la marca, de buen juego aéreo y buena salida . Pero esa jugada, fue realmente memorable.
Es de recordar que Jorge, tuvo una operación de apendicitis con un mes de reposo no muy lejos del torneo y no pudo entrenar suficientemente, incluso llegó a dudarse de su participaciòn, pero el DT lo esperò y por suerte pudo estar y brindarnos su gran entrega.
Hubo un detalle aquí que no hay que pasar por alto, para que no olviden de qué venimos hablando. Al terminar este partido, nos enterarnos que quienes llevaban la estadìstica del torneo y la prensa radial, comentaron la casualidad de que el gol número 13 del campeonato lo hubiera hecho el número 13, sì, ese gol que le hice a Durazno al empatar era el gol número 13 hecho por el 13.
22 de septiembre, nos jugábamos todo para ganar la serie versus Flores, que venìa bien de bien. Era como una especie de semifinal.
Día de la tremenda tormenta y lluvia que comienza. Los nubarrones hicieron de la tardecita, noche y hubo que prender las luces del Sobrero.
Fue el partido del Pollito convirtiéndose en Pollo Baptista, no corrió, voló, los hizo para todos lados como se dice, solo faltò la música en esos charcos de agua y barro, porque los bailò, he hizo dos goles en el primer tiempo y le asistió el tercero a Johny y asì nos fuimos al descanso, nada menos que tres a cero.
Cuando fuimos a salir al segundo tiempo se desatò tal lluvia torrencial, que se inundò la cancha, no se veìa un pasto del Sobrero, el àrbitro decidió mandar a todos a los vestuarios y esperar por varios minutos hasta que amainò y algún pasto se volvió a ver.
Comenzò el segundo tiempo y para variar, penal clarìsimo, para ellos por supuesto, como era habitual, pero como también era habitual, el pequeño gigante otra vez desvìa esa pelota y seguíamos tres a cero. Un lindo detalle hubo aquí, jugadores de Artigas bajo un nylon grande cubriéndose de la lluvia, se fueron atrás del arco donde se ejecutarìa el penal, para alentar a nuestro golero. Nos devolvían la gentileza de nuestras visitas por las mañanas a alentarlos en sus partidos.
Y el Pollo, que seguía iluminado con la tormenta, para que yo no estuviera triste por no estar en el goleo, me sirviò la pelota en bandeja para que hiciera el cuarto. Sí, 4 goles a Flores, nos dio el pasaje a la final versus Río Negro que había ganado la otra serie que se jugaba por las mañanas. Flores quedó finalista por el tercer puesto frente al Colegio La Mennais de Montevideo.
Este hecho que mencionarè aquí, no fue una promesa por haber pasado a la final, sino simplemente que el ómnibus que debía trasladarnos, se demoraba, al parecer se rompió y decidimos irnos caminando bajo la lluvia de esa nochecita desde el estadio hasta el liceo y bañarnos ahì. Pero todo sacrificio tiene su recompensa y nos llevamos la sorpresa de que el director del Liceo, Sayanes, nos envió de regalo por el logro, a través de su hija, tres quilos de masas, que saboreamos de postre luego de la cena.
Día 23 de septiembre, el del supuesto descanso antes de la final, fue el viaje de excursión turística por todas las playas de Rocha y Fortaleza de Santa Teresa y ainda mais. Por suerte era para todos por igual y el cansancio el mismo, muchos decidìamos no bajarnos de los ómnibus en algunos lugares para poder descansar algo mínimo, por lo menos las cuatro delegaciones que tenìamos que jugar al otro dìa, porque nos tuvieron todo el santo dìa hasta la noche en esas vueltas de …-Venga conozca Rocha, sus playas y sus palmares,,,jaja.
Sàbado 24 de septiembre de 1977, el desenlace, la final vs Rìo Negro, los de la misma camiseta que nosotros en la otra serie y de allá del litoral.
Cuando fuimos despertando aquella mañana, sentimos que no era una mañana cualquiera, que ese no era un dìa cualquiera. Lo que fuimos viendo en nuestro entorno era diferente a las mañanas anteriores, otro movimiento, otra expectativa se sentía, pues, el director del liceo, padres, amigos, allegados, la emisora La Voz de Melo con su relator Juan Carlos Noblìa, estaban ahì, se habían hecho el viaje palpitando lo que podría suceder con nosotros en esa jornada.
Es que era cierto también en esos momentos, que Cerro Largo hacìa un tiempo venía con cierta sequìa de títulos a nivel futbolístico y nosotros empezábamos a renacer la euforia arachana desde un torneo nacional liceal.
Pero había algo más esa mañana que era diferente y nos alarmó a todos, ¡nuestro golero amaneció algo indispuesto y con fiebre! Quien más se alarmó fue nuestro golero suplente, Olavo Estevez, que le decía y repetía a Eduardo – ¡Nooo…no podés hacerme esto…no podés hacerme esto…justo hoy! Si hubiere venido atajando era diferente…pero justo hoy…nooo, ¡mejorate por favor mejorate!
Lo entendíamos, Eduardo, había venido siendo una pieza fundamental para que estuviéramos ahí, siendo una de las dos selecciones mejores del país y no es que él no se tuviera fe para atajar, Olavo sabía el valor de su compañero en el campo de juego.
Suponíamos que el traqueteo del viaje turístico del dìa anterior y comer cansados, desembocó en esto para nuestro capitán. El profe Nelcino se apareció con los analgésicos que correspondían y paños fríos y estuvimos hasta pasado el mediodía esperando el milagro, el milagro que sucedió, porque Eduardo dijo que se sentía mejor y que atajaba él si el DT lo disponía. Y así lo dispuso. Olavo totalmente aliviado, jaja.
Estadio Mario Sobrero lleno, el director del liceo Ramiro Sayanes entra a darnos la mano y a decirnos que jugáramos tranquilos que ya habíamos cumplido, Himno Nacional cantado por las delegaciones, un árbitro profesional del fútbol llamado Otero Roberto para conducir el encuentro.
A Rîo Negro le tocó jugar con camiseta totalmente blanca, por aquello de la similitud.
3era parte
Todo pronto para el desenlace. En el sorteo nos tocó poner la redonda en juego.
Al silbato, Johny mueve para Arturo en el centro del campo, este gira y la pasa atrás al “Vasco” Zufiría que la deriva al lateral izquierdo Eddie Saravia, que controla, conduce unos metros y me la juega contra la raya pasando la mitad del campo, controlo y arranco en conducción veloz hasta el final del campo y la juego rasante hacia atrás para que se encuentre con Darwin, de esos mediocampistas que juegan de área a área, marcan, hacen jugar y marcan goles, era completito, que viene en carrera y de primera la cachetea contra un palo, go la zooo!!!
Sí, golazo! ¡Un minuto de juego y no nombre ningún rival porque ellos no la tocaron y ya ganábamos uno a cero! ¡No lo podíamos creer! ¡En ese momento ya estábamos siendo campeones!, nadie esperaba lo que acababa de suceder.
El juego se hizo muy intenso, nosotros cuidando lo que habíamos cosechado tempranamente y viendo si tenìamos oportunidad de aumentar la diferencia y ellos tratando de lograr la igualdad. Hasta que ¡zás!...penal clarìsimo, sì, penal para ellos por supuesto y como había sucedido en Treinta y Tres y en dos partidos anteriores de la serie, algo iluminò nuevamente a nuestro golero que desviò esa pelota y no permitió que se transformara en el empate.
Asì se fue el primer tiempo. Para el segundo tiempo, entra el “Quique” Prieto por el “Pollo” Fernando Baptista.
Cuando todo parecía que ìbamos a ser los campeones, ¡zas!, empate de Rìo Negro y pocos minutos después, final del partido. Esto nos avisaba de que se venìa un alargue de media hora, dos tiempos de quince minutos.
Pablo Pèrez también había ingresado por el ya exausto Jorge Kleiman.
Y volvimos a renacer en el primer chico del alargue con una volea impresionante de fuera del área del Quique Prieto que la colò en un àngulo, un verdadero golazo, ¡otra vez estàbamos siendo campeones!. Perooo…sì, pero…nos durò poquito la alegría porque otra vez nos empatan y para colmo, siento un tiròn en los posteriores de muslo derecho, un desgarro que ya no me dejaba correr. Wilson me pregunta si podía seguir y le dije que sì, me quedè en cancha, porque ya no tenìamos cambios por delantero y por lo menos distraía alguna marca y devolvìa algún pase. Y además Wilson se reservaba un cambio posible por el golero, ante la duda si Eduardo volvía a sentirse mal. Asì se fue el alargue, en el segundo chico del mismo se mantuvo la igualdad y el silbato final del àrbitro nos avisaba ahora que se venían los penales.
Y ahora me pregunto cómo les cuento esto, imposible transmitir lo que allí se vivió ese día, en ese momento realmente ùnico, jamàs olvidado por todos nosotros.
Se sorteò en el centro del campo, el arco donde se ejecutarìan los penales y què equipo tirarìa primero, cosa que nos tocò a nosotros. Se decidió con Wilson y los que se tenìan màs fe, la lista de la tanda de cinco penales y se le entregò al àrbitro los números de los pateadores en este orden, el 8, el 10, el 11, el 5 y el 3. No fui tenido en cuenta porque la verdad, no podía ni estar parado.
Tira Darwin, gol. Tiran ellos, gol. Tira Arturo, pega en el palo. Tiran ellos, gol. A partir de aquí si ellos no erraban ninguno, eran los campeones.
Tira el Quique, gol. Tiran ellos, gol. Tira, el Vasco, gol. Tiran ellos, pega en el palo. Otra vez iguales y faltaba un penal a cada uno.
Va el “Cusa” Richard Acuña, tira y…pega en el palo y otra vez si ellos no erraban este penal eran los campeones. Tiran y el “pequeño gigante” lo ataja, todos festejábamos en el centro del campo, pasaríamos al uno y uno hasta que alguno errara, peroooo, sì, pero el línea le señala al àrbitro principal que Eduardo lo atajò adelantándose y debía repetirse el tiro, no lo podìamos creer. Entonces allá estaba el rionegrino acomodando la pelota de vuelta y Eduardo en la línea de sentencia. Tira…y la pelota ¡pega en el travesaño!
Otra vez la alegría de tener la fortuna acompañándonos y también otra vez tomando la decisión de quién iría yendo ahora a ese duelo del uno y uno donde no se podía errar. Algunos compañeros preferìan no tirar el sexto, entonces le digo a Wilson que lo tiraba yo y me dice, -¡Si no podès ni caminar! y le dije, - La lesión es en la derecha y soy zurdo para golpear la pelota…y confiò y allá fui, pasè una vida para llegar al área, acomodè la pelota y casi sin tomar carrera, tirè y lo hice y ahì quedè porque el dolor en los posteriores de mi pierna de apoyo no me dejó mover y Javier Peña, compañero que no había podido ser de la partida fue con Julio Bàez a cargarme para que pudiera volver al centro del campo. A todo esto, tiraron ellos y gol.
Tira Eddie, gol. Tiran ellos, gol. Tira Johny, el golero la manotea, la reina pega en el palo... y se mete, ufff, gol. Tiran ellos, gol.
El noveno penal, lo tira Pablo, le sale algo débil y al medio y se lo atajan, otra vez ellos eran campeones si lo hacían. Tiran, afuera, por encima del travesaño, el primer penal que no fue al arco. Otra vez, la fortuna con sangre arachana.
Tira Josè, gol. Tiran ellos, gol. Este era el penal dècimo de cada uno, Debìan patear los goleros, los últimos que quedaban de los que culminamos jugando el partido.
Tira Eduardo, gol. Tiran ellos, gol. Seguìa el empate, ahì, contando los goles del partido y penales acertados, estábamos 10 a 10 y no había màs jugadores para tirar penales, habían tirado los once de cada equipo. El àrbitro insinúa que iba a tener que determinar el ganador con una moneda al aire y ahì, de parte de las dos delegaciones y de todo el público presente y la prensa, se les hizo saber que eso sería injusto después de semejante batalla. Y se decide, seguir con los penales, con jugadores que hubieren tirado en la tanda de los primeros cinco y ahì, el Quique Prieto, agarrò la pelota y dijo, - Si tenemos que repetir este lo tiro yo. Era el penal número doce por equipo.
Tirò el Quique, gol. Tiraron ellos, gol y el empate se hacìa el terco.
Vuelvo a recordarles de què venímos hablando en este relato desde que jugamos la eliminatoria del este en la ciudad de Treinta y Tres, que no es solo de fútbol, sino también de ese misterio que nos acompañò, porque en el cartel de resultados en el muro del Mario Sobrero, se puso la placa del 13 por dos veces y en realidad estaba equivocado, el muchacho que los iba cambiando ya se había entreverado con tanto goleo. En realidad ìbamos 11 a 11.
Pero sì era el penal número trece el que se venìa y Darwin dijo, -Este lo tiro yo. Nos puso a todos en una extraña expectativa porque no era cualquier penal… Darwin tira, y… ¡gooool! y no sè còmo explicarles lo del momento siguiente, ese silencio, esa sensación, esa energía que flotò y que hubo en todos nosotros y en el Mario Sobrero entero, en ese momento, cuando el rionegrino acomodaba la pelota y se aprestaba a tirar su penal número trece. Javier me dice por lo bajo y con expectativa -Fredy, es el penal número 13…El rionegrino tira y el pequeño gigante, elegido luego por la prensa el mejor jugador del campeonato, adivina acompañado por sus reflejos y vuela yyyy…¡se queda con esa pelota!
¡¡Campeooooneees Nacionaleeees!!
Explotò el estadio junto a nosotros, la algarabìa fue tremenda, de todos, mientras, Darwin iba a consolar al compañero de Rìo Negro que había errado el último penal y al golero rival desconsolados, un gesto impresionante, después de haber estado también, los dos equipos en el centro del campo, confraternizando mientras se sucedìan los penales y se decidìa la suerte de quièn se llevarìa la corona.
Esta vez Javier y Wilson me treparon a “caballito” para que pudiera dar la vuelta olìmpica con los compañeros, mientras seguía una maraña de abrazos, los del profe Nelcino, de Julio Bàez, del director Sayanes, de los familiares, amigos y la prensa arachana, que pudieron llegar a alentarnos y a ver el desenlace.
Por la noche se realizò la fiesta de despedida y premiación y al otro dìa, domingo 25 de septiembre, muy temprano de la mañana emprendimos el regreso en la unidad de la empresa ONDA, junto a los compañeros de Artigas, que seguirían su viaje luego de despedirnos en el liceo en Melo.
En ruta 8 a unos kilómetros de la entrada a nuestra ciudad, la sorpresa, un cordòn de autos, motos y gente a los lados de la carretera ya nos esperaba para mostrarnos su alegría y darnos su cariño, nos hicieron bajar del bus y subir a una camioneta de la Gomerìa el Pocho, con las medallas y los trofeos de campeones, de corrección deportiva, de mejor jugador del campeonato, todos los premios viajaron a Melo.
La radio Cerro Largo transmitiendo esa llegada inolvidable para todos nosotros, en la voz de Wilson Quepfer. Un mar de gente en la entrada a la ciudad, en todo el recorrido, en la Aparicio Saravia y hasta llegar al liceo. Un recibimiento al que estaremos eternamente agradecidos.
Cerro Largo hacìa un tiempo no festejaba logros de este tipo a ningún nivel y nosotros se lo brindamos a partir de un torneo estudiantil, nos sentìmos contentos, felices de devolver esa alegría al pueblo arachán. Sentimos que estábamos haciendo renacer a nuestro fútbol.
Quedó grabado a fuego en nosotros y nos marcò para siempre esa gran hazaña estudiantil guiada por el profesor y DT Wilson Abude.
No deja de estar presente en los recuerdos y anécdotas, què fueron aquellas extrañas coincidencias, aquello del número 13.
Fredy Wilson Acosta Techera, junio de 2021
NOTAS
Nota 1- Un eterno recuerdo para dos de los compañeros que ya no están con nosotros, Darwin Vinagui y Johny Caltieri.
Nota 2- La vida y la tecnología, nos brindaron la oportunidad de reencontrarnos y festejar todos juntos los 40 años de aquella hazaña estudiantil, exactamente el dìa 24 de septiembre de 2017, con un asado en la casa de Josè Da Rosa. Ya no estaba entre nosotros Darwin Vinagui, sì, en nuestros corazones y recuerdos. Recibimos ese dìa la compañía con su canto, de Robert Reys.
Nota 3- Mi padre conocido como J. Pablo Luna en lo artístico, nos inmortalizò con su pluma en su poesía “Ninguno como ellos”. Donde con un asombroso poder de síntesis menciona lo sucedido nombrando a todos.
Nota 4- El dìa 6 de junio, mientras escribía parte de estos recuerdos, nos llega la noticia de que falleciò la voz que inmortalizò esa epopeya estudiantil, el relator en aquel momento de Difusora Rochense, el Covid se llevò a Julio Cèsar Agûero, hoy era director de la Cadena del Mar en Maldonado. Quedarà para siempre con nosotros.
Nota 5- Muchos no saben esto y nosotros no tenemos claro el por què, si fue solo una necesidad real o un tema de càbala, que la Asociación Departamental de Fùtbol de Cerro Largo le pidiera a la dirección del liceo la posibilidad de usar nuestras camisetas en el próximo torneo regional del Noreste y a nivel nacional de OFI, a lo cual la dirección accedió.
Como sì saben, Cerro Largo después de mucho tiempo volvió a la senda de los triunfos y se coronò campeón en la zona Noreste y luego Campeón de Campeones a nivel Nacional del torneo de OFI al ganarle las finales a Maldonado en los inicios de 1978.
Pareciò que allí hubièsemos pasado cierta energía, sabíamos además, que los acompañaba un número trece.
“Ninguno como ellos” (por J. Pablo Luna, septiembre de 1977)
I
Sucediò en el Mario Sobrero
Rocha la ciudad del sol naciente,
Donde un fútbol prolijo y eminente
Llevara a Cerro Largo a un cero a cero.
El segundo encuentro de la llave
Perdían uno a cero con Durazno
Pero Fredy màs Caltieri anotaron
Luego golear a Flores, ya se sabe.
II
Por mejores, están en el terreno
Cerro Largo y los Rìo Negrinos
Este último quedó por el camino
Pero con hidalguìa, ante el màs bueno
Cerro Largo fue en todo màs correcto
En juego, en conducirse y en lo humilde
Es el campeón sin nada que lo tilde,
Porque ganaron en todos los aspectos.
III
Concretaron al fin, esta proeza,
Alumnos de Melo en secundaria,
Son campeones en forma extraordinaria,
Luchando con tesòn y con nobleza,
La historia dirà, que fue un Abude
Que dirigió el plantel con eficacia,
A èl y a Sayanes, muchas gracias
Son dos campeones y que nadie dude.
IV
Un pequeño gigante en los tres palos,
Surgió como el mejor en el Sobrero.
Se llama Eduardo Santos el golero,
Que nos salvò de los momentos malos.
Secundado por Josè Da Rosa
Para nosotros hasta hoy desconocido.
Richard Acuña en ritmo sostenido
Formaron la zaga vigorosa.
V
Jorge Kleiman, Saravia, Pablo Pèrez
Los del fondo con Milton Zufirìa,
Por momentos los arrestos de Nervenis
Cuando el juego asì lo requerìa.
El medio campo con Arturo Mora,
Darwin Vinagui soberbio en la porfìa.
Ruben Prieto que refrescò las horas
En los cambios, Estevez lo seguía.
VI
Fernando Baptista en la derecha
Johny Caltieri que en su juego crece
Y en todas partes con rush abriendo brechas
Fredy Techera jugando con el trece.
Todos ellos, merecen la diadema
Bajo el blanco y azul de nuestra enseña.
Me refiero, también a Javier Peña
Que viajò pero no actuó en la contienda.
VII
Cabe nombrar a Bàez y Mederos
Equipier y delegado respetivos
Se brindaron como padres, como amigos.
Y en sus cargos se jugaron enteros.
Un triunfo apoteósico y valiente
de nuestra juventud, que es lo màs bello
que suenen las trompetas estridentes
para anunciar, ¡ninguno como ellos!
J. Pablo Luna