Recuerdo

 El tiempo con su andar borra muchas cosas. Pero en mí ha quedado un lindo recuerdo de infancia, de esos que al uno acordarse lo ponen feliz, melancólico, triste, todo al mismo tiempo y con deseos de volver a ser aquel que uno ya fue.

Fue uno de mis primeros seis de enero, en los primeros años del sesenta. Días antes había hecho una lista bastante extensa de juguetes, mi madre se la daría a los reyes. En esa lista figuraba un casco de soldado, quería serlo como aquellos de películas o historietas...

Llegó el día, el que hace feliz a los niños del mundo y yo me levanté tarde, mis hermanos ya andaban con sus juguetes y corrí a la pieza del árbol navideño donde quedaban solo mis regalos.

Lo primero que vi fue mi gran casco y me lo probé, ¡me quedaba inmenso que no veía nada con él!

Recuerdo que decía, - ¡Que vuelvan los reyes y me cambien el casco!

Mi madre dijo, - ¡ Dámelo yo se los cambiaré...!

Al rato, sin saber yo dónde había ido, llegó ella con otro más chico.

Jhony, Henry, Gustavo y otros amigos del barrio habían pedido revólveres, escopetas y cascos y entre todos era como si inventáramos un guión de película y jugábamos en la manzana o en la cuadra.

Cuando me doy cuenta de que eso no volverá, más que en el recuerdo, revivo los míos al observar y compartir la felicidad de los niños en esos días.

Ahora solo puedo observar la felicidad de los niños en esos días y recordar aquellos míos. Recordar y ver que tal vez los envidio sanamente, porque para mí ya no habrán más fantasías, ilusiones y sueños como aquellos, con casco de soldado...

6/01/80