Mirando atràs

 
"Mirando atràs"
 

El tiempo pasa inexorable, pacientemente y nos vamos poco a poco, recostando en imágenes pasadas, nos apoyamos en ellas para volver a vivir en el recuerdo, aquellos momentos y sueños, alegrías y tristezas que se recortan como los días mejores.

Hacia atrás, perdido casi, escudriñando el subconsciente, me encuentro y veo imágenes.

Me veo acompañado por esa pelota de fútbol que era el sueño de mi vida, me veo dormir abrazándola o acariciarla en los partidos de calle, entre compañeros del barrio.

Me veo entre chicos que se afanan por elevar la cometa más alta, multicolores, llenas de "telegramas", inocentes palabras que viajaban por los hilos con nuestra pequeña alma.

Me veo de soldado, de indio, de cowboy, de simple mochilero en una carpa. O bailando en la escuela enojado y sin mucha gracia o en la matinée del domingo, descubriendo un nuevo mundo en cada entrada.

Me veo ser murguista en el barrio, en la murga con disfraz de pirata. O sumergido en escondidas, carreras y manchas, en canicas, figuritas y revistas no muy largas, historietas casi reales, fantasías sin palabras.

Me veo en pequeñas fiestas, cumpleaños, reuniones que se hacían frecuentes, de comidas sabrosas, que me gustaban.

Días de reyes, felices, sin desconfiar nada, de disfrutar su misterio en familia, de escuchar a mi padre que reía y cantaba.

Me veo eligiendo mis "pilchas" primeras, con mi madre, en alguna tienda, con pretensiones de grande, con la humildad que me alcanza, con algo de vergüenza.

Sí, extraño aquel barrio, aquella vieja y querida casa, primera dueña de mi intimidad, de mis primeras soledades y primeras lágrimas.

Como recuerdo alguna de estas cosas, muchas se me nublan y se escapan y algunas ya no están en mí y no existen.

Descubro que aquello era infancia, bella e inocente, aquello era vivir con ideas sanas, rodeado de esperanzas.

Inocencia ya perdida, apenas sí recordada. Y extraño esa timidez de aquellos años, donde parecía estar en un sueño, un paraíso de canciones y rosas, de sonrisas sinceras.

Extraño ese, mi pasado, con ideales lejanos e inciertos, pero puros y abiertos.

Mirando atrás, así, entre ese cocktel de imágenes que luchan con el tiempo, me veo en esos lindos días de no entender casi nada y que no volverán. Hoy, aunque lo sienta y extrañe, aunque me convenza de ser menos sensible ya, a algunas de aquellas cosas, debo pensar que para todo ello tendré siempre una tierna sonrisa y llevaré dentro, un gran pedazo de infancia, así me sentiré mas sincero y claro con los demás, con mi propia alma.

 

26/2/84

Fredy Wilson Acosta Techera

Publicado en Revista SONRISAS Nº 64, Venezuela, 1989, Edición Aramís Trías.

 

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